Una sensación de frío
recorre mi cuerpo. ¿Dónde estoy? ¿Dónde está Sherlock? No consigo ver nada que
se sitúe a más de un palmo de distancia de mis ojos. Una inmensa capa de
oscuridad envuelve todo lo que me rodea. ¿Qué está pasando?
-¡Sherlock!- grito
Nadie me contesta. No
consigo oir nada más allá del sonido de mi respiración y el latido de mi
corazón. Silencio, solo eso; silencio. Siento como el frío se va apoderando de
cada miembro de mi cuerpo y decido cruzarme de brazos para mantener todo el
calor posible. Puedo jurar que si viera mi aliento ahora mismo, sería gélido.
Comienzo a andar con cuidado de no caerme.
-¡Sherlock!- vuelvo a
gritar
De nuevo silencio. ¿Qué
estoy haciendo allí? No recuerdo nada. Lo último que recuerdo es haber besado a
Sherlock y al poco tiempo, dormirme. Besado…suena raro. No consigo decirlo sin
que mi cerebro me recuerde que a quien he besado ha sido a Sherlock, ¿es eso
cierto? Tal vez lo he imaginado. No, no. Lo recuerdo perfectamente, recuerdo incluso
la sensación que sentí cuando paso. Euforia, sorpresa, calma y…felicidad. Si.
¿John que te está pasando? ¿Por qué piensas ahora en eso? Es cierto, ¿por qué
pienso ahora en eso? Estoy muriendo de frío en un sitio que ni si quiera se
dónde está, y yo solo soy capaz de pensar en nuestro beso. Pero es que fue más
que un beso…lo sé. Fue algo más.
-No. Deja de pensar en eso
John, concéntrate.- me digo a mi mismo en alto
Sigo andando, aguzando lo
más que puedo mi oído. Solo consigo oir pasos. Mis pasos. Nada más.
Llevo 30 minutos andando y
no me he encontrado con nada, solo oscuridad. Es como si estuviera andando en
el vacío y estuviera solo yo. Como si estuviera andando en un dibujo que no
esta terminado. Mis tripas se empiezan a quejar de la falta de alimento, tengo
hambre, y no tengo nada que llevarme a la boca, ni tengo esperanzas de que vaya
a encontrarlo. ¿Es esto todo? ¿Moriré aquí? ¿En un lugar que ni si quiera sé
donde se encuentra, solo y sin volver a ver ninguna cara conocida nunca más?
No. No puedo morir aquí, no hoy, no ahora. Si recuerdo algo del ejército es que
por poca esperanza que tengas de sobrevivir siempre debes intentarlo, y si
Sherlock me ha enseñado algo, es que no todo lo que parece tiene que ser lo
real. Decido levantar la vista hacía el frente, con intención de retomar mi
camino, aunque ese camino no me lleve a ninguna parte. Pero mis ojos detectan
algo, noto como la oscuridad no es del todo cerrada, consigo distinguir una
pequeña luz, una pequeña mota que flota sobre aquella enorme oscuridad. Corro
hacia ella ya que la luz siempre suele mostrar la salida de algún sitio; pero
por más que corro parece que no la vaya a alcanzar jamás. Sigue en la misma
posición, con el mismo tamaño. ¿Es acaso esto un juego de los de Sherlock como
en el laboratorio de los Baskerville? No, no creo. Incluso Sherlock tiene algo
de humanidad, no llegaría a ese punto, o eso me gusta pensar.
Dejo de correr. La luz
sigue igual que antes no se que está pasando pero no me gusta nada. Me siento.
Mis músculos están entumecidos a causa del frío y cuanto más corro más me
cuesta. Agacho la cabeza y respiro entrecortadamente, puedo notar mis
pulmones pesados con cada respiración que doy, como si les costase cada vez más
moverse; y eso me asusta. Cuando creo ya haberme recuperado levanto la
cabeza y me preparo para intentar de nuevo acercarme a esa posible salida.
Pero me doy cuenta de que no hace falta que corra más, no hace falta acercarme
más, porque la luz, esa luz, ahora está aquí, a mi lado. No se que es pero me
atrae, me acerco a ella lentamente, con cuidado. Ya no noto el frío, ni el
cansancio. Solo quiero llegar a esa luz, acercarme aún más a ella. Cuando ya
estoy lo suficientemente cerca como para notar su calor me doy cuenta de que es
como una ventana, por la que no puedo pasar pero si mirar a través. Decido
fijarme en ella, a ver si veo algo. Nada. Blanco, solo eso. Es un papel en
blanco esperando para ser escrito, cuando ya estoy a punto de desistir en mi
intento habiendo comprendido que he fracasado totalmente algo me hace cambiar
de opinión; la pared ya no es blanca del todo, una pequeña mancha negra
aparece. Ínfima. Pero consigo detectarla. La mancha va ampliando su grosor por
momentos, lo que antes era pequeño de pronto esta cogiendo la forma de algo,
letras. El papel en blanco está siendo dibujado por alguien. Cuando consigo
leer el mensaje mi cuerpo se paraliza.
-No…no puede ser…eso no.
Pero si, mis ojos no me
mienten, IOU se ha dibujado en la pared. ¿Qué está pasando? ¿Es esto una broma?
¿Quién está jugando conmigo?
Antes de poder
cuestionarme más cosas algo nuevo
aparece en la pared. Una pregunta. Simple. Sencilla. Pero que crea un mayor
miedo en mi “¿Afganistán o Iraq?” ¿Por qué eso? ¿Por qué esa pregunta? Recuerdo
el momento en el que la oi por primera vez, cuando conocí a Sherlock, cuando descubrí
que era brillante. Fue la primera vez que me dejo sorprendido con tan solo el
uso de unas palabras. Antes de poder seguir indagando en mis recuerdos una voz
me llama la atención, rompiendo todo aquel silencio.
-John. John –dice la voz
Es Sherlock, me llama.
Puedo reconocer su voz.
-John –dice más fuerte. Me
giro pero no consigo verle, fuera de aquella extraña ventana todo vuelve a ser negro.
-¡JOHN!
Abro los ojos asustado, me
encuentro con los azules ojos de Sherlock, esos ojos. Está a pocos centímetros
de mi, lo que me recuerda al día anterior. A nuestro beso. Si…aquel beso. Aún me
cuesta creerme que sea de verdad.
-Por fin te despiertas
John –dice Sherlock sacándome de mi ensimismamiento mientras se separa y se
sienta en el sofá frente a la cama- he decidido despertarte por que parecías
estar agitado.
Me incorporo en la cama,
creo que lo mejor será que no le cuente nada del sueño por ahora. Por lo que
decido mentirle para no preocuparle.
-No dormi del todo bien
–Sherlock me mira de forma que me doy cuenta de que, de alguna forma, sabe que
miento. Cambió de tema para que no siga insistiendo, no es el momento - ¿Dónde
está Irene?
-¿Irene? No lo sé. Salió
está mañana temprano, supongo que habrá vuelto a encontrarse con alguno de sus antiguos
clientes –se levanta del sofá y se sienta junto a mi- John, ¿qué has soñado?
-Sherlock… -sabía que se
había dado cuenta. Al ver que no