martes, 4 de junio de 2013

El sueño (Sherlock, capítulo 6)


                 


Una sensación de frío recorre mi cuerpo. ¿Dónde estoy? ¿Dónde está Sherlock? No consigo ver nada que se sitúe a más de un palmo de distancia de mis ojos. Una inmensa capa de oscuridad envuelve todo lo que me rodea. ¿Qué está pasando?
-¡Sherlock!- grito
Nadie me contesta. No consigo oir nada más allá del sonido de mi respiración y el latido de mi corazón. Silencio, solo eso; silencio. Siento como el frío se va apoderando de cada miembro de mi cuerpo y decido cruzarme de brazos para mantener todo el calor posible. Puedo jurar que si viera mi aliento ahora mismo, sería gélido. Comienzo a andar con cuidado de no caerme.
-¡Sherlock!- vuelvo a gritar
De nuevo silencio. ¿Qué estoy haciendo allí? No recuerdo nada. Lo último que recuerdo es haber besado a Sherlock y al poco tiempo, dormirme. Besado…suena raro. No consigo decirlo sin que mi cerebro me recuerde que a quien he besado ha sido a Sherlock, ¿es eso cierto? Tal vez lo he imaginado. No, no. Lo recuerdo perfectamente, recuerdo incluso la sensación que sentí cuando paso. Euforia, sorpresa, calma y…felicidad. Si. ¿John que te está pasando? ¿Por qué piensas ahora en eso? Es cierto, ¿por qué pienso ahora en eso? Estoy muriendo de frío en un sitio que ni si quiera se dónde está, y yo solo soy capaz de pensar en nuestro beso. Pero es que fue más que un beso…lo sé. Fue algo más.
-No. Deja de pensar en eso John, concéntrate.- me digo a mi mismo en alto
Sigo andando, aguzando lo más que puedo mi oído. Solo consigo oir pasos. Mis pasos. Nada más.
Llevo 30 minutos andando y no me he encontrado con nada, solo oscuridad. Es como si estuviera andando en el vacío y estuviera solo yo. Como si estuviera andando en un dibujo que no esta terminado. Mis tripas se empiezan a quejar de la falta de alimento, tengo hambre, y no tengo nada que llevarme a la boca, ni tengo esperanzas de que vaya a encontrarlo. ¿Es esto todo? ¿Moriré aquí? ¿En un lugar que ni si quiera sé donde se encuentra, solo y sin volver a ver ninguna cara conocida nunca más? No. No puedo morir aquí, no hoy, no ahora. Si recuerdo algo del ejército es que por poca esperanza que tengas de sobrevivir siempre debes intentarlo, y si Sherlock me ha enseñado algo, es que no todo lo que parece tiene que ser lo real. Decido levantar la vista hacía el frente, con intención de retomar mi camino, aunque ese camino no me lleve a ninguna parte. Pero mis ojos detectan algo, noto como la oscuridad no es del todo cerrada, consigo distinguir una pequeña luz, una pequeña mota que flota sobre aquella enorme oscuridad. Corro hacia ella ya que la luz siempre suele mostrar la salida de algún sitio; pero por más que corro parece que no la vaya a alcanzar jamás. Sigue en la misma posición, con el mismo tamaño. ¿Es acaso esto un juego de los de Sherlock como en el laboratorio de los Baskerville? No, no creo. Incluso Sherlock tiene algo de humanidad, no llegaría a ese punto, o eso me gusta pensar.
Dejo de correr. La luz sigue igual que antes no se que está pasando pero no me gusta nada. Me siento. Mis músculos están entumecidos a causa del frío y cuanto más corro más me cuesta. Agacho la cabeza y respiro entrecortadamente, puedo notar mis pulmones pesados con cada respiración que doy, como si les costase cada vez más moverse; y eso me asusta. Cuando creo ya haberme recuperado levanto la cabeza y me preparo para intentar de nuevo acercarme a esa posible salida. Pero me doy cuenta de que no hace falta que corra más, no hace falta acercarme más, porque la luz, esa luz, ahora está aquí, a mi lado. No se que es pero me atrae, me acerco a ella lentamente, con cuidado. Ya no noto el frío, ni el cansancio. Solo quiero llegar a esa luz, acercarme aún más a ella. Cuando ya estoy lo suficientemente cerca como para notar su calor me doy cuenta de que es como una ventana, por la que no puedo pasar pero si mirar a través. Decido fijarme en ella, a ver si veo algo. Nada. Blanco, solo eso. Es un papel en blanco esperando para ser escrito, cuando ya estoy a punto de desistir en mi intento habiendo comprendido que he fracasado totalmente algo me hace cambiar de opinión; la pared ya no es blanca del todo, una pequeña mancha negra aparece. Ínfima. Pero consigo detectarla. La mancha va ampliando su grosor por momentos, lo que antes era pequeño de pronto esta cogiendo la forma de algo, letras. El papel en blanco está siendo dibujado por alguien. Cuando consigo leer el mensaje mi cuerpo se paraliza.
-No…no puede ser…eso no.
Pero si, mis ojos no me mienten, IOU se ha dibujado en la pared. ¿Qué está pasando? ¿Es esto una broma? ¿Quién está jugando conmigo?
Antes de poder cuestionarme más cosas  algo nuevo aparece en la pared. Una pregunta. Simple. Sencilla. Pero que crea un mayor miedo en mi “¿Afganistán o Iraq?” ¿Por qué eso? ¿Por qué esa pregunta? Recuerdo el momento en el que la oi por primera vez, cuando conocí a Sherlock, cuando descubrí que era brillante. Fue la primera vez que me dejo sorprendido con tan solo el uso de unas palabras. Antes de poder seguir indagando en mis recuerdos una voz me llama la atención, rompiendo todo aquel silencio.
-John. John –dice la voz
Es Sherlock, me llama. Puedo reconocer su voz.
-John –dice más fuerte. Me giro pero no consigo verle, fuera de aquella extraña ventana todo vuelve a ser negro.
-¡JOHN!
Abro los ojos asustado, me encuentro con los azules ojos de Sherlock, esos ojos. Está a pocos centímetros de mi, lo que me recuerda al día anterior. A nuestro beso. Si…aquel beso. Aún me cuesta creerme que sea de verdad.
-Por fin te despiertas John –dice Sherlock sacándome de mi ensimismamiento mientras se separa y se sienta en el sofá frente a la cama- he decidido despertarte por que parecías estar agitado.
Me incorporo en la cama, creo que lo mejor será que no le cuente nada del sueño por ahora. Por lo que decido mentirle para no preocuparle.
-No dormi del todo bien –Sherlock me mira de forma que me doy cuenta de que, de alguna forma, sabe que miento. Cambió de tema para que no siga insistiendo, no es el momento - ¿Dónde está Irene?
-¿Irene? No lo sé. Salió está mañana temprano, supongo que habrá vuelto a encontrarse con alguno de sus antiguos clientes –se levanta del sofá y se sienta junto a mi- John, ¿qué has soñado?
-Sherlock… -sabía que se había dado cuenta. Al ver que no

viernes, 4 de enero de 2013

El caso (Sherlock capítulo 5)

Pasaron 4 larga semanas hasta que John volvió a ver a Sherlock. Durante ese tiempo hizo lo que le mandó. Visitar rutinariamente a Lestrade para saber lo que la policía se traía entre manos, al principio, el inspector no confíaba en él. Era normal después de todo lo que había pasado.  Aún así. Lestrade se alegró de volver a verle, Estaba preocupado, como la señora Hudson y Molly. Sabían que John tenía fuertes lazos con Sherlock. Y que al morir este, John se había aislado completamente. Se sentía solo, y deprimido. Por lo que verle durante muchos días seguidos suponía un buen cambio, que se había recuperado. Y para Lestrade eso era una alegría. Lo que este no sabía es que John no se había recuperado, se había dado cuenta gracias a la alusión de Sherlock de la muerte. Que nunca le abandonaría o que por lo menos, quedaba mucho tiempo para eso.
Después de 2 semanas, Lestrade le empezó a contar más sobre lo que pasaba en la policiía, los casos que llevaban y las soluciones de estos. Todos los días iba a visitar a John un vagabundo de Sherlock, y todos los días, John les decía que caso había surgido. Fue la rutina de esas 4 semanas, a Sherlock no le interesaba ninguno de los casos que John le exponía. Necesitaba algo importante, algo complicado, algo que solo él pudiera descifrar. Y ese caso llegó la mañana de un frío  lluvioso día de invierno. Faltaba poco para Navidad, se podía oler en el ambiente. La nieve recién caida, los abetos cortados que adornarían alguna pequeña casa londinense y el inconfundible olor de los bastoncillos de caramelo que serían devorados por algún niño. Pero todo eso no importaba, necesitaban un caso. Y John fue como todas las mañanas a hablar con Lestrade este parecía agitado y nervioso, no tenía su café entre las manos como habitualmente. Pasaba algo y John lo sabía, aún así; no dijo nada. El inspector ya esperaba su visita, y le saludó como ya hacía un tiempo lo hacía:
-¡John amigo! Sabía que hoy tambien vendrías-le estrechó la mano.
-Necesitaba venir, nunca viene mal estar con los amigos.
-Oh John los amigos...me alegró tanto oirte decir eso. Verás John, y es que desde lo de Sherlock, creo que nadie de los que le conocíamos hemos vuelto a ser los mismos y menos tú. Yo no me creo lo de que Sherlock fuera una mentira..pero y si de verdad lo era. Lo lógico sería que al no cometer él los crímenes que tanto me habían costado resolver yo podría resolver todos ¿no? Pues bueno, durante los anteriores 8 meses así ha sido. Pero hoy nos han hablado de un nuevo caso, y llámame loco, pero es del estilo a los que Moriarty hacía. Sé que es un locura porque Moriarty está muerto. pero es tan parecido John...no sé que pensar. Es como si Moriarty hubiera vuelto a la vida o alguien, le estuviera imitando. Te cuento esto a ti porque no he sido capaz de decírselo ni a Anderson ni a Donovan. Me tacharían de loco. Pero tú conocías a Sherlock mejor que nadie, mejor que incluso su propio hermano. John, ayudarme con este caso, te lo suplico. No te pediría ayuda si no fuera estrictamente necesario pero créeme que esto lo es. ¿Qué piensas tú John?
Pero John ya no escuchaba, había dejado de hacerlo desde que él había dicho que era como si Moriarty hubiera sobrevivido. Y es que parecía imposible, es más era imposible. Pero su mente le decía lo contrario ¿Si Sherlock había sobrevivido porque no él? Se había pegado un tiro en la sien, eso lo hacía muy poco probable. Pero Sherlock, a su vez, se había tirado por una azotea ¿no era tan improbable que él sobreviviera como que lo hiciera Moriarty? Y él lo había conseguido. Miles de teorías se entrecruzaban en su cabeza ¿era eso posible? ¿era posible que hubiera sobrevivido? Tenía que decírselo a Sherlock, si había una posibilidad de que Moriarty estuviera vivo él debía ser el primero en saberlo. Pero antes, tenía que saber de que se trataba el caso.
-Si Greg, te ayudaré. Pero para ayudarte necesito que me des detalles del caso. Todo los detalles posibles.
-Por supuesto John, tendrás todos los detalles.
Durante la siguiente media hora, John estuvo escuchando atentamente y sin interrumpir solo para aclarar algún detalle que él consideraba importante. Y como si de Sherlock se tratara después de escuchar todo lo que Lestrade le había contado estuvo 10 minutos en silencio, pensando en el caso, sacando ideas en claro. Era realmente interesante. Después de que le hubiera quedado todo claro y hubiera cogido las ideas más importantes se despidió rápidamente del inspector con la excusa de tener que estudiar el caso cuando en realidad iba a contárselo a Sherlock. Se puso su cardigan y salió corriendo hacía la casa de Irene, tapándose con un periódico la cabeza, resguardándose de la lluvia. Cuando llego llamó una sola vez, decidido, un golpe seco pero no demasiado fuerte. Lo suficiente para que lo oyeran pero no tanto como para hacerse daño. Esta vez fue Sherlock el que le abrió la puerta, John pasó rápido adentro. No tenía tiempo para formalidades, lo que tenía que contar era demasiado importante. Parecía que Irene no estaba.
Sherlock al darse cuenta de lo mojado que estaba le ofreció un chocolate caliente y una manta. Vió la inquietud de John en sus ojos, y supo que si le había ido a buscar explicitamente a su casa es porque algo importante traía entre manos. No le hizo perder más el tiempo y una vez sentados los dos en el sofá, uno enfrente del otro se esperó a que John le dijera el porqué de su inesperada visita. Este no tardo en hacerlo.
-Sherlock te preguntarás porque he venido hoy a verte, cuando todos los días puedo comunicarles a tus vagabundos lo que va pasando y ellos te lo dicen luego a ti. Pero esto no puede hacerse esperar, tenía que contártelo yo. Es demasiado importante, y es que hoy cuando fui a ve a Lestrade me contó los detalles de un caso de lo más interesante. Y después de oírlo creo Sherlock que estoy asustado. Y esque, Sherlock, creo que Moriarty también está vivo.
John miró a Sherlock, este se había quedado blanco, más de lo que lo solía estar habitualmente. Solo la idea de pensar que después de todo Moriarty estuviera vivo...le asustaba. Y le asustaba aún más que supiera que Sherlock también lo estaba, al pensar en esto no pudo evitar que una lágrima brotara de su ojo. Sherlock, la vió. Y aunque no solía inmiscuirse en esta clase de sentimientos, decidió que esta vez si debía hacerlo. Se sentó junto a John, y con su dedo, delicadamente le limpió la lágrima. John sorprendido, levantó timidamente su mirada hasta cruzarse con la de Sherlock.
-¿Por qué lloras John?- preguntó Sherlock.
John volvió a bajar la mirada mientras contestaba
-Lloro por la idea de perderte Sherlock. Por la idea de que Moriarty sepa que estas vivo y vuelva a por ti. Por la idea de volver a estar solo, por pensar que volveré a estar sin ti...
Sherlock, emocionado colocó su mano en la barbilla de John, y tiernamente le elevó la cabeza para que le mirara a los ojos. Vió que estaban llorosos y con sufrimiento, que tenían miedo. Miedo de perderle, de no volver a encontrarse. De separarse. No le gustaba verle asi, significaba tanto para él... sin darse cuenta, cada vez estaba más cerca de sus labios. Una extraña fuerza le impulsaba a hacerlo, ¿Qué era aquello? No podía resistirse, no quería resistirse. Decidió dejarse llevar y le besó. Fue un beso timido, corto. Pero que a su vez expresaba tantas cosas...con ese beso John se sintió seguro. Sintió que Sherlock estaba con él pasara lo que pasara. Y Sherlock se dió cuenta que John era más que su amigo. Los dos sentían que si estaban juntos no les pasaría nada.
Sherlock separó sus labios de los de John le volvió a mirar a los ojos, ahora había una pequeña luz de felicidad en ellos. Felicidad y esperanza.
-John, cuando volví te dije que no me volvería a ir. Que estaría siempre a tu lado. Y así será. Afrontaremos este caso juntos, como en los viejos tiempos y lo solucionaremos sin sufrir ninguno de los dos daño alguno. Hazme caso, todo saldrá bien.

viernes, 28 de septiembre de 2012

El plan (Sherlock, Capítulo 4)

John miró con mirada expectante a Sherlock, esperando que siguiera hablando, que le dijera su plan, que le dijera lo que tenía que hacer.
Pero Sherlock se tomo su tiempo, estaba disfrutando del momento de ver como los ojos de John, de su querido John, no le quitaban la vista de encima. Muchas veces le había mirado como en aquel momento, pero solo ahora le gustaba que le prestase tanta atención solo a él. No sabía el porqué, pero aquello le hacía feliz. Decidió no demorarse más y siguió hablando:
-John, el plan es fácil y sencillo lo único que debes hacer es confiar ciegamente en mi y no hacer preguntas. Primero nos centraremos en recuperar mi honor, para que pueda volver a las calles, bien. Desde hoy leerás todos los días los periódicos la parte de sucesos y llamarás a Lestrade diariamente al principio con la excusa de querer hablar con alguien y más tarde para saber que casos se trae entre manos, es muy importante que no sospeche nada. Me informarás diariamente sobre lo que vas viendo si ves algún caso que sea especialmente complicado y difícil me avisarás, y con mi ayuda lo resolverás ¿Lo has entendido?
John asintió lentamente con la cabeza mientras le seguía mirando. Decidió preguntar algo:
-Pero Sherlock, si acabas resolviendo el caso ¿Cómo no volveran a sospechar los demás que no lo programaste tú?
-Fácil, tú te encargarás de que piensen lo contrario.
-No entiendo Sherlock...¿Pero como voy a hacer yo eso?
-Como ya te he dicho John, confía ciegamente en mi y no hagas preguntas.
John se quedo sin habla, tenía razón no debía hacer preguntas pero ansiaba comprender lo que Sherlock se traía entre manos. ¿Por que era siempre tan misterioso? No lo entendía, tal vez le gustará aquello, tal vez le gustaba crear dudas a la gente para acabar resolviendolas él. Lo único que sabía, era que para resolver las suyas, tendría que esperar. Cuando se disponía a realizar otra pregunta. Sherlock se anticipó.
-John, las órdenes de lo que debes hacer en cada momento te llegarán a través de mi red de vagabundos, no sabrás cuando ni dónde recibirás la información asi que no te asustes cuando está llegue a ti-John se fijo de nuevo en las manos de Irene y Sherlock, ahora entrelazadas ¿Qué significaba eso? ¿Estaban juntos? y si lo estaban ¿cómo se lo tomaría él? Quería tomarselo bien, pero en su interor sentía una honda tristeza y tenía el estómago revuelto. ¿Era eso celos? No, no podía serlo, es decir, él no era gay ¿no? es lo que siempre estaba cansado de repetir. Que Sherlock y él no eran pareja, que el no era gay, pero ahora una duda le rondaba la cabeza y no sabía como acallarla. Decidió volver a mirar a los ojos de Sherlock, ya que este seguía hablando-Lo demás es muy sencillo, respecto a Moriarty solo hay una forma de acabar con él. La clave para devolverle su identidad de criminal y recuperar mi honor, está en tres simples letras. Tres simples letras que cualquier otra persona las pasaría por alto, pero yo no soy cualquier otras persona ¿recuerdas John? Yo soy Sherlock Holmes y no puedo dejarle acabar conmigo tan fácilmente. La clave, está en: I O U
John le miró sin comprender, ¿I O U? ¿Qué era I O U? se lo había oído murmurar en el laboratorio horas antes de haber creído perderle para siempre, de su caída, aún le daba escalofríos pensar en ella; pero jamás había pensado que significara nada. Decidió pregunta.
-¿I O U? ¿A que te ref....-pero Sherlock le corto.
-Creo que eso era el inicio de otra de tus preguntas John, y he dicho que no me hagas preguntas. Con el tiempo, sabrás todo lo que quieras saber, incluso más. Solo debes confiar en mi. ¿De acuerdo John?
-De acuerdo Sherlock, confió en ti.

lunes, 9 de julio de 2012

Explicaciones (Sherlock Capítulo 3)

John se quedó sorprendido, ¿qué hacía ella aqui?¿qué hacía Irene Adler aqui? ¿No estaba muerta? Al menos eso era lo que le había asegurado Mycroft. En lo que llevaba de día, ya le habían aparecido dos fantasmas.
Irene se apartó de la puerta para dejarles pasar, John pasó en primer lugar.
la entrada daba a una pequeña sala de estar que se conectaba mediante un arco al salón. La sala era bastante amplia pero no estaba ocupada por nada, únicamente por un pequeño espejo situado en la pared derecha y unas escaleras a su izquierda.
John cruzó la sala para llegar al salón, del mismo tamaño que la anterior habitación, en el centro del cuarto había una pequeña mesa de café roja con una tetera y unos vaso encima de ella, y a los lados unos sofás blancos de cuero.
En la pared derecha había una pequeña chimenea, mientras que la izquierda estaba ocupada por una librería. Toda la habitación estaba rodeada de ventanas de distintos tamaños cada una.
Irene y Sherlock se adentraron en la habitación y se sentaron en el sofá mientras mantenían una alegre conversación.
John decidió seguirlos y sentarse en el sofá situado en frente de ellos.
-¿Queréis té?-preguntó Irene-creó que se os quedará la boca seca.
John y Sherlock afirmaron con la cabeza e Irene comenzó a servir el té.
-Bien John-continuó Sherlock-antes de explicarte todo debo decirte el porqué está aqui la señorita Adler. Como bien sabrás para mi hermano ,y hace unas horas,  tambien para ti, ella estaba muerta. Pero, yo la salve de las manos de esos terroristas libaneses. Y por lo tanto me debía un favor que yo guardaría para el momento preciso. Después de mi muerte solo Molly sabía la verdad pero era demasiado arriesgado irme con ella, podrían sospechar. Entonces fue cuando pensé en la señorita Adler y en su favor. Nadie sospecharía de ella, al fin y al cabo, ella tambien estaba muerta. Asi que me cobré su favor de esta manera.
-Pero Sherlock, ¿cómo sobrevivistes? Es decir, yo...yo te vi caer.
-No John, tú creistes verme caer. Pero como ya dije en una ocasión hasta los propios ojos pueden engañar. De todos modos, el como lo hice son solo detalles triviales, lo importante es que ahora estoy aqui, contigo.
-Y añadiré, Sherlock. Que él esta aqui por algo, una misión-secundó Irene
-Es cierto John, tenemos una misión para ti, sino , no te hubieramos llamado y no habrías descubierto nada aún; ya que te habríamos puesto en grave peligro.
Pero Moriarty me dejó por mentiroso, ¿recuerdas? manchó mi nombre, y limpió el suyo. John tú fuistes el único que creyó en mi además de Molly, por eso te necesitamos. No puedo volver al mundo ahora, porque me ejecutarían. Moriarty tambien me dejó la clave para devolver la verdad: "I O U" solo había que saber para que servía. Y yo ya lo sé John, pero se me plantea un problema, a ojos del mundo, la señorita Adler y yo estamos muertos. Y como ya dije,  no puedo aparecer aún. Ahí es donde entrás tú John, he aquí el plan.

lunes, 4 de junio de 2012

Una persona inesperada (Sherlock. Capítulo 2)

John se quedo paralizado. No, no era posible lo que veían sus ojos. Él lo había visto caer, volar y golpearse contra el suelo. Pero Sherlock estaba allí, frente a él, clavándole sus ojos azules, sus preciosos ojos azules.
No sabía como reaccionar, miles de sentimientos se arremolinaban en su cabeza. Recuerdos ya practicamente olvidados. Su primer encuentro, su primer caso, sus enfados, su protección y, su muerte.
Al recordar esto último un escalofrío le recorrió el cuerpo.Silencio. Decidió hacer lo primero que sus músculos le permitieron, y golpeó a Sherlock con fuerza, expresando todo el dolor que le había hecho sentir. Ahora sentía que había estado viviendo en una mentira. Pero se alegraba de verle y no pudo evitar abrazarle. Mientras una pequeña lágrima se deslizaba por su mejilla, tartamudeo:
-¿Por qué Sherlock? ¿Por qué?...Yo...Yo...Te he echado tanto de menos...No me vuelvas a hacer esto, por favor, no podría aguantarlo. Sherlock, te necesito...
-No John. Nunca más. Te lo prometo. Jamás te abandonaré. Siempre juntos...
Tras ello, Sherlock sujeto a John entre sus brazos, acercándole a su cuerpo. Fundiéndose en un abrazo.Podía notar su calor, su respiración. Eran uno solo. Le estaba protegiendo, como siempre hacía.
Silencio. Estubieron unos minutos sin decir nada, sin moverse. Tan solo escuchando el suave murmullo del viento sobre sus cabezas. Hasta que Sherlock le cogió suavemente de sus hombros y le separó, le miró dulcemente. Tenía los ojos llorosos, le había hecho sufrir, pero sabía que eso había sido necesario. pero aún así le dolía que hubiera sufrido por él, por su ida, por su abandono. Pero era lo correcto.
-John, sé que quieres respuestas. pero no aquí, no ahora. Acompáñame.
John no dejó que se lo repitiera dos veces. Tenía razón, necesitaba respuestas, y muchas. Este tiempo no había sido fácil para él, pero conocía a Sherlock. Siempre tenía que buscar el lugar adecuado para dar noticias. Le siguió silencioso, detrás suya. ¡Le había echado tanto de menos! Ahora que había sentido su pérdida sabía cuanto le apreciaba, y que no podía sobrevivir sin su compañía. Aún se sentía confundido. No podía creer lo que veía, no podía creer ver esa gabardina moviendose de nuevo a su lado, no podía creer ver esa bufanda bailando al son del viento, no podía creer ver a Sherlock de nuevo.
Pasaron por numerosos callejones, a cada uno mas frío y lúgubre. Las casas estaban derruidas, las ventanas rotas y caidas. Y las puertas comidas por los roedores. No concebía la posibilidad de que nadie vivierá en tan pésimas condiciones. Al fin Sherlock se paró en frente de una casa. Aquella calle era diferente a las demás. Las fachadas se elevaban a varios metros sobre sus cabezas, imponentes. Daban mayor sensación de lujo que las demás, aún así Baker Street le daba mil vueltas. John se acercó a Sherlock, el cual estaba parado frente a una puerta de madera, blanca. Reluciente. Tenía un curioso timbre de madera, que ha simple vista no se distinguía de la puerta, pero que Sherlock vio con facilidad. Llamó.
Al instante pudo oirse el ruido de unos pasos que se aproximaban a la puerta, y a continuación, el sonido de una cerradura abriendose.
John pudo distinguir en poco tiempo a la figura que les acababa de abrir la puerta. Pero tampoco podía creerselo. Antes de poder pronunciar palabra, Sherlock se adelantó a él.
-John, creo que podrá recordar a esta señorita de anteriores aventuras. Le vuelvo a presentar a la mujer, la señorita Irene Adler.
-Hola John. ¿Se acuerda de mi?

miércoles, 23 de mayo de 2012

Goodbye, my friend (Sherlock. Capítulo 1)

  

-Adiós John- aquellas palabras no dejaban de atormentar a el doctor John Hamish Watson. Aquellas dos simples y directas palabras, no le dejaban conciliar el sueño. Para muchos solo era eso, palabras. Pero para él esas palabras suponían las últimas que volvería a oir, de su amigo, de su compañero, de su Sherlock.
Habían pasado ya 7 meses desde aquel fatídico día, y aún podía recordar cada mota de polvo que se cruzaba por su camino. Recordaba como su amigo suplicaba que le mirara solo a él, como el sol recortaba la fiel silueta de su compañero y como este surcaba el aire, con el destino de la muerte.
Muchas cosas habían pasado desde entonces, nada era igual, él no era igual. No era consciente de los días. No recordaba nada de lo que hacía el día anterior. Lo único que recordaba es como se había mudado, a su anterior casa, cuando no conocía a Sherlock. El 221B de Baker Street encerraba demasiados recuerdos dolorosos para él. La señora Hudson, le prometió que jamás vendería ese piso, pera ella solo tuvo 2 únicos inquilinos, sus legítimos dueños, John y Sherlock. Si en ese piso tenía que vivir alguien, debían de ser ellos.
No había vuelto a hablar con Lestrade, ni con Molly. Todo lo que estuvo relacionado con él, le parecía doloroso.
Echaba de menos el sonido de su violín a altas horas de la madrugada, echaba de menos su arrogancia, echaba de menos correr detrás de él, echaba de menos a su mejor amigo Sherlock Holmes.
El porqué lo hizo era lo único que aún no entendía, lo único que tenía claro es que él no invento a Jim Moriarty, y nadie le convencería jamás de lo contrario.
Recordaba como le había suplicado un último milagro, "no estés muerto". Aún seguía albergando esperanza de que se cumpliera, quería creer en ello, quería creer en Sherlock.
Decidió salir de su lúgubre morada, y dirigirse a la calle. Necesitaba que le diera el aire, necesitaba dejar de pensar en él durante un tiempo.
Se puso la primera chaqueta que encontró en su armario y salió a la calle. Paseó por las frías y húmedas calles de Londres. ¿Dónde iría? No sabía. Solo quería dar una vuelta. Pero la costumbre le pudo, y sus pasos desafortunados le dirigieron a la vieja Necrópolis griega, al cementerio.
La tumba de su viejo amigo reposaba sumisa y tranquila, donde la había. Dejado. Pero algo había cambiado, no todo era igual. Un pequeño detalle, pero que él notó enseguida, la vieja gorra de su amigo ya no estaba. ¿Serían alucinaciones después de tanto tiempo deseando ese momento? ¿O sus esperanzas se habían cumplido? Solo sabía una cosa, la gorra no estaba. Podía haberlo cogido alguien, pero John sabía que no. Un milagro había sucedido, su mejor amigo había vuelto a la vida. Sherlock había vencido a la muerte. Levantó sus ojos esperanzados, hacía el frente. Alguien le tapaba la luz del sol.
-Hola John, he vuelto.